Poder Económico
Eduardo del C. Hernández
Desburocratizar el desarrollo

A propósito de la paulatina, aunque muy lenta, recuperación de la economía nacional, tras la crisis más severa que enfrentó el mundo, precisa necesario e inaplazable, realizar adecuaciones a las leyes en la materia que contribuyan, por un lado a acelerar y por el otro a generar las condiciones, a dinamizar la propia economía doméstica como país y estado.
Leyes que auténticamente, en los hechos, inviten a los hombres del capital internacional y nacional a y local a invertir de manera decidida en los diferentes segmentos de la actividad económica, que no sólo generen riquezas para sí mismos y las arcas de la hacienda pública sino que, aún más trascendentes, hagan partícipes de estas riquezas a las colectividades sociales vía generación de empleos, cuya demanda es cada vez más creciente.
Resulta cuestionable que mientras que en el resto del mundo los gobiernos tomaron la sabia decisión de proveer de incentivos, incluso fiscales, a los diversos núcleos empresariales de sus correspondientes geografías como una alternativa para hacer frente a la voraz recesión, en el caso mexicano contrariamente el Gobierno Federal, a propuesta de su gabinete económico contrariamente incrementara la base gravable de la generalidad de los bienes y servicios que son básicos, indispensables en su inmensa mayoría significándose esto como un freno al creci¬miento económico, convalidado por el Legislatvo.
Lejos de adecuar esas leyes los hombres del poder político se inclinaron en definitiva, por lo seguro: imponer el incremento de los impuestos de los ya establecidos e incorporar otros, como una manera de compensar ese déficit de ingresos derivados de la contracción que implicó el cierre de empresas, principalmente factorías que ante el desdén de aquellos precisaron, en los más de los casos, cerrar fuentes de empleo que afectaron a la clase trabajadora que pasaron a ocupar un lugar en la banca a espera de una nueva opción, la que por lo general les representarían una menor percepción económica afectando a la calidad de vida y bienestar social.
Ahora bien, en el caso específico de la tierra del edén del sureste: Tabasco, ésta cuenta con una ley de fomento económico coyuntural que fuera impulsada en 1996, durante la administración de un gris gobernante como lo fue Roberto Madrazo Pintado,
Ley y reglamento de fomento económico que, desde entonces a la fecha, contrariamente al planteamiento de su membrete se ha constituido en un obstáculo a impulsar el crecimiento de las empresas que ya operan y que inviten a otras tantas a instalarse y, por tanto, coadyuven a deto¬nar el crecimiento de la economía.
Aun con el atractivo de la posición estratégica que ocupa Tabasco en la geografía nacional, que vincula al centro y norte con el sureste así como con Centroamérica, ésta región continental a través de la conexión directa de la carretera ceibo-Lagunita en Tenosique, los hombres de negocios optan indistintamente por aplicar sus inversiones en ciudades y/o estados vecinos, los que ofrecen mejores garantías, incluso jurídicas.
Sin embargo, también es de reconocer la actitud decidida y el amor a la tierra por parte de aquellos tabasqueños que, pese va las condiciones por demás adversas asumen su papel de empresarios y visionariamente se incclinan por radicar aquí sus capita¬les con el firme propósito de coadyuvar al desarrollo económico de edén.
Tabasqueños que bien pudieran vivir tranquilamente de sus rentas, pero que para fortuna de las colectividades su desenfadada vocación e inquietud hiperactiva por fomentar negocios les anima a arriesgar sus correspondiente patrimonio en aras de abonar a un crecimiento socioeconómico, compartiendo sus éxitos.
La actual legislatura en la Cámara de Diputados del estado, en voz de José Carlos Ocaña Becerra, presidente de la Junta de Coordinación Política, se comprometió públicamente desde ahora a generar un nuevo marco normativo que efectivamente abone a detonar la actividad económica en todas sus aristas, lo que ya urge si es que no se quiere generar un mayor rezago como entidad. Más vale que así sea, claro está, sustentado en una consulta real a todos los niveles de la economía: agrícola, industrial, comercio y servicios. Que no sea sólo jarabe de pico.