Poder Económico
Eduardo del C. Hernández
Economía petrolizada

Tabasco como Estado y la industria petrolera, como actividad preponderante de su economía, no se pueden entender uno sin el otro, desde el ángulo que se le quiera observar y analizar con la mirada crítica de la que se trate. Por sí mismos este binomio se diluiría y pasaría a la nada.
Para comprender la trascendental importancia que Tabasco entraña en el esquema de la actividad de los hidrocarburos basta poner en perspectiva que sólo de su subsuelo se extraen un volumen superior a los 540 mil barriles de crudo cada día, los cuales representan una quinta parte de los poco más de 2 millones 500 mil que se obtienen a nivel nacional de sus yacimientos en los estados petrolíferos.
El petróleo tabasqueño no es cualquiera en consideración a sus características de ligero al que se le identifica como olmeca, de los más codiciados en el mercado mundial cuyo valor monetario está entre los más altos.
La aportación por concepto de petróleo que Tabasco tiene para con la hacienda pública federal es por demás valiosa, de ello no hay la menor duda de las partes involucradas en las altas esferas del gabinete económico de la propia Federación.
La entidad cobra mayor relevancia en su producción petrolera y los recursos económicos, para nada desdeñable cuando que la producción nacional luego de registrar por años picos superiores a los 3 millones 400 millones de barriles por jornada de 2004 a la actualidad tendió hacia la decantación, una disminución cabalgante toda vez que Cantarell, en aguas someras de Campeche, tras ser el mayor yacimiento transita hacia la finalización de su vida útil.
Por tanto no es gratuito que las miradas de Petróleos Mexicanos y de la Secretaría de Energía voltearan otra vez la mirada hacia el bien llamado edén tabasqueño, tanto que en los siguientes 10 años, a partir de éste se proyectaron la exploración de unos 150 nuevos pozos, además de retomar la explotación en pozos maduros, aquellos de los que bien a bien reconocen que no están extinguidos en lo absoluto, que tienen mucho de rudo en sus profundidades.
Aún más, hay que tomar en cuenta que, en palabras de la propia empresa paraestatal, en Tabasco apenas se tiene explotado el 26 por ciento de su potencial estimado en este subsuelo.
De manera que en el hipotético caso a futuro se podría constituir esta geografía como el mayor generador de hidrocarburos y aportación económica todavía más importante y medular para la viabilidad de hacienda pública federal, el sostén de las políticas públicas nacionales y local orientadas a los programas sociales e infraestructura física básica que se traduzcan en desarrollo.
Ahora bien, resulta por demás interesante y a la vez preocupante que el presente y futuro de Tabasco se halla atado desde los años setentas al dinamismo e influencia de la actividad petrolera que genera por sí mismo y a su alrededor.
Para bien y para mal resulta un ilusionismo óptico, una quimera, que casi el 60 por ciento del Producto Interno Bruto en el estado lo representa la actividad secundaria centrada en la industria, por encima de la actividad primaria que es el campo, su vocación natural, y la terciaria: comercio y servicio, como sus áreas de oportunidad.
Sin embargo, vale hacer la aclaración que una gran parte de ese 60 por ciento de la actividad industrial está incidida en aportación por el dinamismo petrolero, por no decir que todo.
Del resto de las vertientes de la industria, como el de la transformación, léase la manufacturera y metal mecánica, no pasan de tener una participación menos que simbólica.
Se puede concluir en una realidad lastimosa, el hecho de haber dejado en el abandono a todo el núcleo de la actividad económica primaria y agroindustrial, no tanto el comercio y servicio, por privilegiar a la petrolera que llegado el momento, a la vuelta de unas décadas, podrían dejar en condiciones de indefensión al estado, sin viabilidad socioeconómica.
No se trata de satanizar en lo absoluto a la actividad petrolera, pero es momento de voltear hacia el origen en pro de diversificar a la economía tabasqueña y no poner los huevos de la gallina en una sola canasta.
Aún hay tiempo, sólo es cuestión de unificar criterios e impulsar.