Temple empresarial a prueba
La economía de Tabasco pende, a ojos vista con alfileres, ahora más que antes; en particular de 2007 a la fecha, por los excedentes de agua cada vez con más con carácter de normalidad, ya no únicamente en septiembre y octubre, como solía ocurrir, sino desde agosto o antes, como sucedió ya en este año.
Todos los razonamientos, indistintamente de analistas económicos y de empresarios o no, por muy diversos que parezcan esos mundos, conducen a la misma conclusión, así como aquellos caminos que llevan a la legendaria Roma.
Las unidades económicas que hay radicadas en Villahermosa, tanto locales, nacionales y transnacionales, ya no están tan seguras como en antaño, en que les significó pérdidas totales aquel 2007, en perímetros geográficos que antes se consideraban a salvo en una contemporánea entidad como Tabasco, caracterizado en su mayoría por ser zonas bajas.
La inédita e histórica contingencia de entonces representó pérdidas totales al núcleo comercial y de servicios, pero de ello no quedó exenta de afectaciones a la todavía incipiente industria local, la cual se paralizó en el más benévolo de los casos.
Pérdidas que ningún empresario o grupo, indistinto de su estatura, capacidad e influencia económica, está dispuesto a tener una vez más ahora en este 2010, cuando aún no transita la etapa más álgida de lluvias y las aguas ya les acecha con mucha saña, faltando aún todo octubre y parte de noviembre.
Dado que lo impensable pasó ya de la mera ficción a la realidad, no es descabellado pensar que el común de los consorcios nacionales y transnacionales piense emprender una eventual retirada de suelo tabasqueño.
Si el escenario más pesimista, que ya empieza a bocetarse, de una catástrofe igual o superior a la de aquel año, llegara tomar cuerpo y forma no sólo representará la migración de inversionistas ya establecidos que también incidiría en la cancelación de capitales por parte de aquellos que, hasta hoy, aún tienen planeado establecerse en suelo tabasqueño.
Un natural desempleo en cascada, derivado de la migración y cancelación de inversiones agu-dizaría, a índices nunca vistos, el deterioro socioeconómico local, pero tampoco se puede dejar de lado que esto trascendería al espectro nacional en una señal en extremo negativa.
Aunque de igual manera hay que reconocer la decisión de empresarios, locales y nacionales, por jugársela con Tabasco, suceda lo que suceda, porque es evidente que aquí nacieron como perso¬nas y como familia, pero igual se forjaron como emprendedores.
Está de más mencionar nombres y apellidos, puesto que, entre tabasqueños, por nacimiento o adopción, se sabe quien está firme en su decisión de mantener anclados aquí su patrimonio económico generador de desarrollo, cuando bien podrían tomar la fácil determinación de migrar a otros territorios, en la región, el país o fuera de él.
Los años que llevan de vuelo en sus negocios, les permite a inversionistas valorar en su justa dimensión las muchas oportunidades que hay en el estado, con la sapiencia natural de que aquí, como en cualquier otra geografía, hay fortalezas y debilidades con las cuales se debe contar con la habilidad y astucia para ponerlas en su favor y tener un mayor provecho posible.
A final de cuenta, esta es la naturaleza que distingue a los empresarios que se precian de serlo. El momento de crisis por alerta de contingencia en Tabasco no puede dar lugar a vacilaciones.
Es ahora cuando los hombres de negocios se muestran a sí mismos qué tan capaces son para sortear las altas olas que acechan a sus inversiones para salir adelante.
Más nos vale que, como tabasqueños sepamos emplear esas artes para mantener la estabili-dad y desarrollar aún más el entorno de este bello edén mexicano, muy a pesar de las vicisitudes que se nos presentan en el devenir, caso concreto del entorno ya no natural de las anegaciones por los efectos de un inexorable cambio climático, que por cierto el hombre como especie provocó.