Poder Económico
De oportunidades a oportunidades

Los hombres de empresa en Tabasco las más de las veces se quejan, una y otra vez, de las nulas oportunidades que tienen para abrir mercados de comercialización de sus productos y tener plena viabilidad como industria; de ello invariablemente responsabilizan a las dependencias gubernamentales vinculadas con el fomento económico.
Algunas veces tal vez tengan la razón, pero en otras no, cuando esas oportunidades las dejan pasar, las desdeñan en detrimento de la economía del estado, pero principalmente de sí mismos.
Son también corresponsables, pues también tienen su parte en la tarea por hacer, la que va desde la calidad, competividad del producto y/o servicio y hasta la presentación que exigen las estrategias de mercadotecnia.
Es el caso, en esta ocasión, de las agroindustrias chocolateras que las hay en Tabasco, y de mucho aprecio por la línea de sus variadas presentaciones, en bebidas o como golosina, un producto que, partiendo del fruto como su materia prima esencial, es referente al que se le asocia nacional y mundialmente con la tierra de origen: Tabasco.
Sobra hacer mención de esas agroindustrias chocolateras que cuentan con empaque en cuanto a calidad para competir, no sólo en la localidad sino a nivel país e internacional.
Los chocolateros recientemente tuvieron una primera oportunidad de hacer presencia en Guadalajara, Jalisco -una de las tres grandes metrópolis del país- con motivo de la apertura inaugural de la Exposición ‘Cacao y Chocolate’ en el museo interactivo ‘Trompo Mágico’, a invitación personal de ‘Papagayo’, propietaria de dicho concepto, para participar con sus productos.
Sin embargo, los agroindustriales, todos por igual, la desdeñaron; resultó por demás lamentable, causa de pena ajena, que en el evento –celebrado el domingo cuatro de abril- los habitantes de la perla tapatía acudieran atraídos por la sugerente exposición temática y que no pudieran degustar del chocolate auténticamente tabasqueño.
En contrario, los jaliscienses: niños y adultos que, siempre estuvieron atentos a la visita guiada sobre el origen y evolución del cacao, hubo de conformarse con degustar la golosina y bebida de las marcas nacionales y extranjeras, cuyos altos ejecutivos, así como otros de cadenas comerciales, estuvieron también allí con el ánimo de conocer el producto del edén y trabar relaciones de negocios.
‘Cacao y Chocolate’ fue la primera exposición conceptualizada y desarrollada por el Museo Interactivo Papagayo, expuesta en primera instancia naturalmente en Tabasco -durante un año, desde aquel octubre de 2008-, entidad de la que, no hay duda, dio origen al fruto y a la aromática bebida que, desde siglos atrás, es degustada en el núcleo familiar o bien en un restaurante así como cafetería, no tanto aquí, aunque suene paradójico, como por los lugares con clima templado y fríos en México y en el mundo.
La conceptualización, y la historia del cacao, estuvo a cargo del museo interactivo Papagayo en Tabasco, y en ella colaboraron las haciendas y agroindustrias productoras del fruto.
Niños y adultos, se adentran a la sala y se hallan en una atmósfera cuyo eje central es una réplica exacta del frondoso árbol madre, como se le conoce al que da las mazorcas del cacao, con sus ramas y hojas, acompañado de la natural ambientación que le distingue, alrededor del cual se conoce todo su tratamiento de transformación hasta llegar al chocolate.
Esta exposición que permanecerá en Guadalajara por seis meses, pasará por el Distrito Federal y otras ciudades de la República, incluso estará en otros países. En los productores del ramo tabasqueños está el tomar o dejar ir esas oportunidades.
El problema no es sólo de los chocolateros sino del común de las industrias tabasqueñas, que deberían aprender de los guanajuatenses, con sus zapatos, bolsos, chamarras de piel; y de los oaxaqueños, con su mezcal, que ellos sí organizadamente saben sacar provecho de sus productos recorriendo el país.